“Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto, y de que los he traído hacia mí como sobre alas de águila”
Tres meses peregrinando en el desierto. Ahora, en el Sinaí, tendrán un encuentro con Dios.
“Los he traído hacia mi”
No es el hombre quien busca a Dios. Es Dios quien nos lleva a Él.
Que ilustrativo es “como sobre alas de águila”.
Protección.
Seguridad.
Poder.
Nada de lo que ha acontecido a este pueblo ha estado fuera del control de Dios; nada escapará del poder de Dios.
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.”
El pueblo de Israel va hacia Dios porque Dios les ha trazado un camino fuera de Egipto, fuera de la esclavitud y opresión.
El pacto que Dios celebra con el pueblo de Israel no está basado en la fidelidad de este para con Dios.
El pacto en el Sinaí esta sustentado en la fidelidad de Dios. El pueblo de Israel debía responder a la fidelidad de Dios con fidelidad a Dios. Pasaron de ser testigos del poder de Dios a ser propiedad de Dios, un tesoro de Dios.
El pacto del Sinaí, los diez mandamientos, que en realidad son muchos cientos más, harían del pueblo de Israel una nación diferente (santa) reflejando el carácter único (santo) de Dios.
Así pues, el trazo de la redención nos lleva al Sinaí, en medio del desierto, frente a un monte humeante, donde Dios se manifestó, donde un pueblo se convierte en una nación identificada y dedicada a Él.
Aquí el resumen:
Un monte
Un encuentro
Truenos y relámpagos
Un pacto
Dios hablando…
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