La voz de los profetas en el Antiguo Testamento fue un llamado al arrepentimiento, es decir, volver a Dios.
El sueño de todo profeta debió ser mirar con sus ojos al Salvador, al que anticiparon con sus profecías.
Juan, no solo lo miró, lo conoció, era su primo, y lo reconoció como el Mesías.
Jesús estuvo treinta años en Galilea. Su primer aparición pública es la relatada en este pasaje.
¿Por qué Jesús habría de bautizarse?
El bautismo de Juan es un llamado al arrepentimiento para perdón de pecados.
Jesus no necesitaba bautizarse.
Jesús era sin pecado pero cargó el pecado de la humanidad.
En el bautismo, Jesús se identifica con la humanidad y expresa la naturaleza de su misión: morir y resucitar.
La inmersión en el bautismo significa morir y salir de las aguas, volver a vivir.
Jesús moriría y resucitaría.
La obra de Jesús ofrece a todo aquel que está muerto por el pecado, volver a vivir para Dios.
Jesús ofrece al que crea en Él, una nueva vida.
Juan se siente indigno, confundido, redargüido ante la decisión de Jesús de pedirle que le bautice; y por eso le cuestiona, exclamando: ¿tú vienes a mí?
Pero Juan trató de disuadirlo. —Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó.”
Jesús viene a nosotros. Nosotros no podemos ir a él.
Aquí está el punto del pasaje:
Jesús vino a nosotros como pecador, siervo y humano siendo Santo, Rey y Dios.
Yo soy pecador y tú, Jesús, ¿tú vienes a mí?
“Y una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».”
En el bautismo de Jesús, el cielo y la tierra se unieron como una explosión de amor, vida y salvación.
Aquí el resumen:
Misión y destino.
Muerte y vida.
Amor y salvación.
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