Pensando sobre la historia del nacimiento de Jesús, no sabemos la fecha exacta.
El relato bíblico si nos da detalles sobre la época en que sucedió.
La fecha no es lo importante, lo es el acontecimiento
Lo que más me fascina de esta historia es lo simple, lo cotidiano, lo terrenal.
Un decreto del emperador ordenó un censo
José y María, vivían en Galilea, tuvieron que trasladarse a Belén para ser empadronados. Esa era la ciudad natal de José, quien era descendiente del rey David.
Ahí se cumplió el tiempo y nació Jesús.
No había lugar donde hospedarse y Jesús envuelto en pañales fue recostado en un pesebre.
¿Cuántas cosas han cambiado nuestros planes a causa de una ley o disposición de gobierno?
La verificación ambiental vehicular, tenencia, pagar impuestos u obtener la credencial para votar.
¿Cuántos bebes han nacido en un autobús, taxi, avión, oficinas de gobierno, hoteles, etcétera?
No hay nada extraordinario en esta historia.
Un bebé más ha nacido en la tierra.
José y María, siguieron con las costumbres y tradiciones de su época y cultura.
Al octavo día de su nacimiento circuncidaron a Jesús y cuarenta días después, María ofreció la ofrenda de purificación en el templo y junto con José presentaron al bebé para dedicarlo a Dios. Le fue puesto el nombre de JESÚS.
Jesús vivió y creció como cualquier niño de su época.
Fin de la historia, punto.
Todo el poder de un emperador en un decreto. Todo el poder de Dios en un pesebre.
Pero en el relato de Lucas, hay tres historia entrelazadas, tres encuentros.
Unos pastores son avisados por un ángel del nacimiento de Jesús.
En el templo, cuando Jesús fue presentado se encuentran con Simeón y la profetisa Ana.
Estos relatos nos ilustran cómo responder ante el nacimiento de Jesús.
A simple vista, la historia del nacimiento de Jesús será simple, sencilla, cotidiana y terrenal a menos que seamos despertados por la iniciativa celestial para avisarnos que ese bebé, ese niño, ese hombre en el que naturalmente se convirtió Jesús es El Salvador, El Cristo, El Señor.
Dios decidió revelar se a gente humilde, sencilla, de campo, curtida, unos pastorcillos. No eran personas de pensamiento; todo lo contrario, personas de acción.
Creyeron al mensaje. De inmediato fueron a Belén y se rindieron ante Jesús.
El anciano Simeón y la anciana profetisa Ana esperaban la redención de Israel. Toda su vida la dedicaron a esto.
Más fascinación, con la historia y con la manera en que Lucas la presenta.
En el corazón de esta historia esta la respuesta a dos preguntas:
¿Qué hacemos con el nacimiento de Jesús?
¿Qué hacemos con Jesús?
Necesitamos tomar una decisión.
No podemos quedarnos neutrales.
Si en tu mente están dando vueltas estas dos preguntas que acabo de escribir es porque Alguien te está invitando a creer.
No esperes más, cree, ríndete a los pies de Jesús y permanece en una diaria devoción a Dios.
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad”
Aquí el resumen:
En la ciudad de David ha llegado,
Un Salvador.
Un Cristo.
El Rey…
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